miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL PRINCIPIO DE RELATIVIDAD DE EINSTEIN

HACIA LA CONSECUCIÓN DE LA INVARIANCIA UNIVERSAL DE LAS LEYES FÍSICAS

       Dios no necesita postulados. Quien nada tiene que decir, tampoco. Mas un genio sí los necesita…
       A Albert Einstein le asombraba el primer principio de la termodinámica: “la energía total del universo se mantiene constante” (es innegable, por ser tautológica, que la proposición ‘en un sistema aislado, que no intercambia energía con su entorno, la energía total se mantiene constante’ es asombrosamenteverdadera). Por su tendencia hacia lo universal, le parecía el modelo ideal de lo que un principio físico debiera de ser.
       Tanto fue así que el primero de los dos postulados sobre los que construyó su primera teoría, la teoría especial de la relatividad de 1905, pretendía emular la universalidad de dicho principio.
       La teoría de la relatividad especial de Einstein se sustenta sobre dos postulados:

1)    Todas las leyes de la física son las mismas en todos los sistemas de referencia inerciales
2)    La velocidad de la luz en el vacío es constante en todos los sistemas de referencia inerciales.

(Según creía Einstein, las únicas ecuaciones de transformación entre sistemas de referencia capaces de compatibilizar ambos postulados son las Transformaciones de Lorentz, lo cual es absolutamente falso. Las transformaciones relacionales , cuya métrica asociada es relacionalmente proporcional a la métrica de Minkowski, también los compatibiliza.)

       En el presente artículo tan sólo nos ocuparemos del primer postulado, conocido como principio de relatividad de Einstein y que, de hecho, no afirma nada nuevo que no hubiese ya antes afirmado Galileo en el postulado conocido como, claro está, principio de relatividad de Galileo: la invariancia de las leyes físicas para todos los sistemas de referencia inerciales (Tractatus, pág. 37). Einstein pretendió que la física se sustentase sobre un principio cuyo grado de universalidad fuese equiparable al antedicho primer principio de la termodinámica. Y, con este primer postulado, creyó haberse acercado a su ideal de principio físico.
       Analicemos su enunciado: ‘Todas las leyes de la física son las mismas en todos los sistemas de referencia inerciales’. Observamos que empieza con ‘Todas’ y contiene 'todos', lo cual parece garantizar el grado de universalidad deseado por Einstein, y termina con ‘inerciales’, lo cual significa que, para Einstein, ‘todas’ las leyes de la física serán las mismas siempre y cuando existan sistemas de referencia que merezcan el calificativo ‘inerciales’. En caso contrario, si los sistemas de referencia no merecen el privilegio de ser calificados como ‘inerciales’, el primer postulado de Einstein renuncia por completo a garantizar lo que enuncia, que las leyes físicas vayan a ser las mismas en todos los sistemas de referencia posibles de la naturaleza.
       La estructura lógica de este primer postulado, conocido como principio de relatividad de Einstein, es similar a la de una proposición como ‘Los derechos de la sociedad son los mismos para todos los ciudadanos europeos’, proposición que excluye, a pesar de su aparente universalidad inicial, los posibles derechos de los ciudadanos no europeos. ¿Es imprescindible añadir ‘europeos’ a la proposición?
       Si lo que de veras pretende Einstein es que el primer postulado sea de carácter universal, entonces le es imprescindible eliminar el calificativo ‘inerciales’ de su enunciado. Pues mientras tal enunciado contenga dicho calificativo siempre podrá ser sustituido sin contradicción por este otro enunciado equivalente: ‘Todas las leyes de la física son –tan sólo- las mismas en (todos) los sistemas de referencia inerciales’. El cual es a su vez equivalente, ya que los sistemas no-inerciales han sido excluidos de lo que en él se predica, al siguiente enunciado:

‘Las leyes de la física NO son las mismas en todos los sistemas de referencia posibles de la naturaleza’

       ¡Se estrelló volando! Estrepitosamente se estrelló. Por el mero hecho de hacer uso del calificativo ‘inerciales’, Einstein fracasa ya en su inicial intento de construir la física sobre un metaprincipio (Tractatus, pág.83) cuyo grado de universalidad sea equiparable al del primer principio de la termodinámica.
       Contra lo que pretendió, Einstein instauró las barreras que impiden el acceso hacia lo universal. ¿Cómo es posible que un genio cometa errores tan ingenios? ¿Es imprescindible añadir ‘inerciales’ al enunciado de su primer postulado?
       El mero hecho de hacer uso del calificativo ‘inerciales’ en el primer postulado de su primera teoría, la relatividad especial, demuestra que Einstein aún creía en la vieja dicotomía, antaño establecida por Newton, entre sistemas de referencia inerciales y sistemas de referencia no-inerciales. Pero si lo que en realidad pretendía Einstein era la consecución de la invariancia universal de las leyes físicas para todos los sistemas de referencia posibles de la naturaleza, ¿por qué no incluyó a todos los tipos posibles de sistemas de referencia de la naturaleza en el enunciado de su primer postulado? ¿Por qué excluyó a los sistemas no-inerciales, en cuya real existencia aún creía ciegamente, de su tan universalprimer postulado de 1905?
       En rigor, estas dos últimas preguntas están mal formuladas. Pues presuponen que pueden existir diferentes tipos de sistemas de referencia. Presuponen el prejuicio que provocó el error de Einstein. Si lo que deseaba Einstein era la consecución de la invariancia de las leyes físicas para todos los sistemas de referencia posibles de la naturaleza, es decir, la igualdad o equivalencia de todos los sistemas de referencia posibles de la naturaleza, ¿por qué negó ya a priori la igualdad o equivalencia entre todos los sistemas de referencia posibles de la naturaleza? ¿Por qué aún diferenciaba y dicotomizaba entre sistemas inerciales y sistemas no-inerciales?
       Mas grande escéptico, más gran creyente, tal vez aún argumente que un infalible Einstein consiguió subsanar tan evidente pifia, tras 10 años de decadente década, con su ulterior teoría de larelatividad general, supuesta generalización de su anterior relatividad especial de 1905. Pero no fue así. Como se sabe, la nueva teoría de la relatividad "general" de Einstein se sustenta en el postulado conocido como, claro está, principio de equivalencia de Einstein. ¿Y qué es lo que afirma este principio? Léase y léase bien: "Todo sistema de referencia en caída libre gravitatoria es un sistema de referencia inercial (localmente inercial, si el campo gravitatorio no es uniforme)". Así pues, como se lee, Einstein vuelve a reincidir en su ciega creencia en los sistemas inerciales y en el espacio absoluto antaño inventados y fantaseados por Isaac Newton. Albert Einstein hizo todo lo contrario de lo que debería haber sabido hacer.
       Todos los problemas que aún arrastra la física contemporánea tienen su raíz en el viejo principio de inercia de Descartes y Galileo. Este principio de inercia, también conocido como primera ley de Newton, es el auténtico responsable de las dicotomías newtonianas, las que Einstein no supo cómo eliminar, entre sistemas de referencia inerciales y sistemas de referencia no-inerciales, o entre “movimientos verdaderos” y “movimientos aparentes”
       Einstein ni siquiera se planteó la posibilidad de que el principio de inercia pudiese ser falso. Fracasó. Nunca consiguió eliminar las dicotomías newtonianas. Jamás logró construir una Física que fuese universalmente aplicable para todos los sistemas de referencia posibles de la naturaleza. Mal empezó Einstein con los sistemas inerciales de su teoría de la relatividad especial, y peor acabó con los peculiares sistemas de referencia inerciales, postulados por el absurdo principio de equivalencia, sobre los que sustentó su ininteligible teoría de la relatividad general. ¡Inerciales a pesar de estar sometidos a la fuerza de la gravedad y de estar acelerados los unos con respecto a los otros! (Tractatus, pág. 47)
       Einstein jamás logró superar a Newton. Copió y repitió el peor error de Newton: el espacio absoluto. Nada más empezar, con su primer postulado de su primera teoría, Einstein ya quebrantó su admirable ideal inicial sobre lo que un principio de la física debiera de ser. En lugar de tender hacia lo universal, reincidió en los sistemas de referencia inerciales: aquellos cuyo concepto aún reposa sobre la ilusa creencia en la existencia real del espacio absoluto de Newton, el absolutamente inmóvil sensorio de Dios de Newton.
      Este es el motivo por el que los epígonos de Einstein aún sostienen, lo mismo que haría Newton, que la tierra es un sistema no-inercial que presenta un movimiento absoluto de rotación sobre sí misma. Pero, dado que ‘movimiento’ es un concepto que tan sólo tiene sentido como movimiento con respecto a algo, ¿con respecto a qué se supone que la tierra presenta un movimiento absoluto de rotación sobre sí misma? ¿Con respecto al sensorio de Dios? ¿Por qué la teoría de la "relatividad" aún defiende el movimiento absoluto de Newton en lugar del movimiento relativo de…?

       ¡El espacio absoluto NO existe! La nueva revolución copernicana consiste en eliminar los sistemas inerciales y el espacio absoluto de Newton-Einstein. La verdadera teoría destinada a superar las teorías de Newton de 1687, la teoría de la relatividad de Albert Einstein nunca lo consiguió, deberá contener un nuevoprincipio de inercia relacional (Tractatus, pág. 141) capaz de eliminar las viejas dicotomías newtonianas entre sistemas inerciales y sistemas no-inerciales; o entre “movimientos verdaderos”, los que se supone que tienen su ocurrencia con respecto a los sistemas inerciales, y “movimientos aparentes”, los que se supone que tienen su ocurrencia con respecto a los sistemas no-inerciales. Y, una vez ya conseguido este objetivo, partirá del siguiente metaprincipio o postulado (Tractatus, pág. 59):

‘Todas las leyes de la física son las mismas en todos los sistemas de referencia.’

       Sobra añadir nada más.

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